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EL BIENESTAR PSICOLÓGICO LABORAL UN ASUNTO ESTRATÉGICO

El tema del bienestar psicológico en las organizaciones está de plena actualidad y no sólo en España. En el Parlamento Europeo se está trabajando en torno a ello con la idea de declarar 2023 como Año Europeo de la Salud Mental como medio de garantizar que todos los países presten atención a los problemas de salud mental que sufren los ciudadanos.

En el Think Tank Psicología del Trabajo hemos abordado este tema en nuestro tercer debate que Capital Humano ha resumido en el artículo

El bienestar psicológico de las plantillas: un asunto estratégico, no un parche

El debate del #ThinkTankdePsicoTra se ha organizado en torno a tres ejes de tensión, a modo de grandes capítulos, sobre los que hemos organizado el debate dando respuesta a preguntas como si necesitan las empresas un enfoque preventivo y abierto de la salud mental en el lugar de trabajo o si hay que crear una cultura de cuidado y bienestar psicológicos.

El primero de los ejes ha sido cómo ha afectado a la #saludmental de los trabajadores el #Covid19.

El segundo, la salud mental como valor estratégico organizacional en sí mismo y no como medio para conseguir otros fines.

El tercero en torno a los programas prácticos de mejora de la salud mental en el trabajo y la inclusión de la perspectiva de género.

Conoce el artículo aquí que, además, dedicamos a nuestro compañero fallecido Juan Antonio Esteban Bernardo

Hemos contado con unos invitados de excepción Marisa Salanova
María Paz García-Vera Ph. D. Vicente Gonzalez-Romá que han hecho que el debate se haya convertido en una rica fuente de ideas, perspectivas y prácticas. Junto a ellos: JOSE M PEIRO Lourdes Munduate Francisco Javier Cantera Herrero Javier Remón David Aguado y yo misma, Isabel Aranda.

Puedes conocer los debates Think Tank Psicología del Trabajo en: https://lnkd.in/eVnnq2Bm

El artículo en sí mismo recoge una rica exposición de todos los ponentes que nos llevan a reflexionar y tener mucho más presente la necesidad de cuidar el bienestar psicológico en el trabajo y de políticas públicas y empresariales para cuidar la salud de los trabajadores como garantía de su calidad de vida.

LLAMANDO AL CORAJE

Esta ha sido mi conferencia de esta semana: «llamando al coraje», un título de lo más sugerente y, llamándolo, he vuelto a plantearme qué nos hace salir adelante cada día, a pesar de las malas noticias, de las traiciones y ataques, de los miedos y los sinsabores.

“Llamando al coraje” esta semana con el #DPOP de CIVSEM, gracias CIVSEM y @Miguel Angel Velázquez, por darme de nuevo la oportunidad, ya son muchos años despertando juntos la reflexión sobre nuestra responsabilidad en elegirnos y disfrutando del encuentro con grandes personas dispuestas a pensarse y repensarse para ser mejores personas, para vivir con más sentido su vida y sentirse mejor consigo mismos.

El tema del coraje es uno de mis favoritos, siempre me ha despertado la curiosidad qué hace que una persona se enfrente a sus retos diarios, no sólo a grandes hazañas sino a esas hazañas diarias de levantarte y elegir cómo vas a vivir ese día, algo, que a veces, hacemos con voluntad y con mucho esfuerzo.

El coraje junto con el conocimiento y sabiduría, la humanidad, la justicia, la templanza y la trascendencia es uno de los fenómenos psicológicos que la Psicología Positiva denomina virtudes. Lo interesante de estos fenómenos es que tienen que ver con la esencia de lo humano y la calidad personal que tenemos.

Cuando el coraje forma parte de nuestro bagaje, le echamos valor para vivir. Entre los elementos que forman el coraje está la vitalidad, la autenticidad, la persistencia y la valentía.

Cuando pregunto a los participantes a quiénes consideran personas con coraje siempre citan a grandes personajes de la historia: Gandhi, Mandela, Helen Keller, Nadal. Y mi pregunta siempre es ¿Y tú? ¿Has tenido coraje alguna vez en tu vida? ¿Has sido alguna vez valiente? ¿Qué hiciste que marcó la diferencia en tu vida?

Es un momento de gran impacto en mi intervención porque de repente, se dan cuenta de que todos y cada unos de ellos han sido capaces de cambiar situaciones trascendentales de su vida, de hacer otras cosas, de tomar decisiones difíciles, de seguir su propio camino. Lo que han ganado con ello ha sido asertividad, autoestima, confianza, vivir para mí y por mí, fuerza, satisfacción. Practicar el coraje te hace tener más coraje, al igual que la práctica hace el músculo, las fortalezas y virtudes psicológicas también crecen con la práctica.   

La valentía no sólo nos lleva a hacer actos de gran visibilidad y trascendencia heroica. Cada día la ponemos en práctica en sus tres vertientes:

  1. Valentía psicológica: enfrentando con valentía nuestros conflictos internos, nuestro mundo interior, nuestros miedos, inseguridades y preocupaciones.
  2. Valentía moral: manteniendo criterios éticos y valores morales en momentos difíciles aún a riesgo de oponerse a otros.
  3. Valentía física: actuar ante un riesgo físico.

No es necesario ser un héroe de película para darte cuenta de que eres un gran héroe. Como yo les decía estáis llenos de coraje, “corajudos” es un adjetivo que podemos apuntarnos.

Necesitamos empoderarnos, coger fuerzas para afrontar cada día las múltiples vicisitudes y los bloqueos y las dificultades que nos vamos a encontrar y no estamos obligados ni a ser los más valientes, ni a ser los más persistentes, ni a luchar sin parar. Parte de nuestra naturaleza humana es darnos cuenta de dónde estamos y cómo y esa capacidad de reflexionar, el metapensamiento, es lo que nos hace realmente más poderosos al dotarnos de perspectiva para actuar.

Algunos de mis clientes de psicología-coaching vienen buscando estar bien, en paz, su falta de bienestar se traduce en un malestar difuso que les lleva a no darse cuenta de la fuerza que tienen para vivir bien. Y todos tenemos esa fuerza, ese coraje interno que nos hace salir de las dificultades, levantarnos cada día y hacer que nuestra vida y la de los demás sea mejor o tal vez dediquemos nuestra fuerza a que la vida de los demás sea peor, que los hay.

En estos momentos en los que se habla de la necesidad de cuidar la salud mental de las personas y que el bienestar psicológico se ha convertido en un tema de empresa, hablar de las fortalezas y virtudes psicológicas es hablar de la capacidad humana para regenerarnos y progresar. El papel de lo psicológico es crucial para entender que entre la realidad y nosotros está nuestra mente y el procesamiento de la información que hacemos, la interpretación que le damos a los hechos es lo que marca la diferencia en nuestro malestar o nuestro bienestar.

En cualquier caso, el coraje es una palabra que deberíamos tener muy presente para ser conscientes de quienes somos y de cómo vivimos nuestra vida.

ES CONCILIAR O ES VIVIR DE OTRA MANERA?

El 23 de marzo ha sido el día nacional de la conciliación y la corresponsabilidad y Arohe, Comisión Nacional para la racionalización de los horarios, organizó un acto testimonial a favor de estos conceptos.

Mi conferencia en este acto fue más bien una reflexión sobre el trabajo y la vida.

Comenzaba mi intervención señalando que la organización actual de la jornada de trabajo en períodos de 8 horas: 8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 para la vida, la hizo Felipe II viendo las condiciones en las que trabajaban los trabajadores del Monasterio del Escorial, allá por 1563.

Algo ha llovido desde entonces y resulta cuanto menos chocante que cinco siglos después sigamos manteniendo la misma estructura no ya para el trabajo sino para nuestra vida. ¡Ni que la forma de trabajar no hubiera cambiado! Aquella estructura sigue siendo útil aún para algunos casos, pero hay unos elementos en la ecuación del trabajo de enorme significado y trascendencia que hacen pensar en un nuevo escenario laboral: el foco en el trabajo de servicios, la aparición de la tecnología digital, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y el cambio de los valores sociales.

Alguna idea sobre cada uno de estos factores nos lleva a pensar que la organización del trabajo y nuestra relación con éste puede haber variado mucho más en los últimos veinte años que en los últimos cinco siglos.

El trabajo de servicios no requiere un esfuerzo muscular especial pero si un esfuerzo cognitivo y, a veces, relacional de especial intensidad. No es por casualidad que los riesgos psicosociales estén muy presentes en este tipo de trabajos y, específicamente, en los de atención a personas.

Si a los servicios le sumamos el soporte digital, ya tenemos un entorno perfecto para un mayor desgaste cognitivo que requiere una organización, ritmos y pautas específicas. El exponencial desarrollo que el teletrabajo ha tenido durante la pandemia ha puesto de manifiesto las extraordinarias posibilidades de acceso, equilibrio vital y rendimiento que puede tener éste, pero, también, la necesidad de adquirir hábitos específicos para conectar y desconectar del trabajo digital.

La incorporación de la mujer al mercado laboral, que no al trabajo, también ha puesto en evidencia el sustantivo rol que estaba desempeñando en el hogar, de ahí que ahora se hable de conciliación, precisamente para reequilibrar las cargas que solía -y aún suele- llevar la mujer.

Por último, el cambio de valores sociales. En este sentido, los resultados del World Values Survey

nos habla de un progresivo individualismo y nos hace pensar en el hedonismo creciente.

Hoy en día, se busca disfrutar de la vida y el trabajo se quiere casi entender como una actividad anecdótica, escuchando algunos testimonios en esta jornada parecía que el trabajo sobrara de nuestras vidas y que cuanto menos y a unas horas determinadas mejor. El conflicto interno entre hacer lo que quiero hacer y hacer lo que hay que hacer está servido.

No es ajeno a esto la falta de sentido de lo que hacemos, la misión, para lo que sirve nuestro trabajo. Cuando sabemos de la utilidad, dignidad y provecho de nuestra aportación, por escasa que sea, nuestro compromiso y bienestar es mayor y viceversa.

Además, el período de crisis progresivas, los continuos despidos, la vida de becario permanente de nuestros jóvenes más formados, la falta de progresión profesional, la indefensión aprendida de nuestros jóvenes-adultos que se ven sin la posibilidad de un proyecto de familia por la falta de trabajo, están incidiendo en una creciente desafección del trabajo. No es de extrañar que, muchas personas perciban el trabajo con menos valor, como una necesidad indeseable, sin capacidad generativa ni de sentido, ni de riqueza ni de futuro. En este contexto, cuanto menos trabajo mejor.

Tal vez sea el momento de repensar nuestra relación con el trabajo. Ni la relación de anteriores generaciones que vivían para trabajar ni la desafectación pasiva de nuevas generaciones. Ahora bien, darle valor al trabajo tendría que ser importante. Gracias a que las personas trabajamos, contamos con calles, puentes, casas, educación, quirófanos, entretenimiento, etc. Sería difícil pensar, en estos momentos, un mundo en el que nadie trabajara.

Algunas ideas para reflexionar en torno a nuestra relación con el trabajo se pueden organizar en torno al modelo del Triángulo laboral (Aranda, 2019), un esquema para entender la interacción de las variables en el sistema organizacional.

Ideas en torno a las tareas

La gestión de las tareas, la organización del trabajo debe repensarse con criterios de eficiencia y sostenibilidad. Algunas ideas en torno a ello:

FLEXIBILIDAD. Parece un principio clave para organizar de manera sostenible nuestra relación con el trabajo. Aunque parezca que la solución única es la óptima, un solo horario y una sola proporción y hasta una determinada edad, no sirve para todo el mundo, bien por sus necesidades o bien por sus preferencias. Hay personas que desean tener más tiempo libre o tenerlo de otra forma. El pensar en horarios más personalizados atendería mucho mejor a las diferentes necesidades y a la diversidad.

RACIONALIZAR LOS HORARIOS. Es pensar en cómo favorecer el óptimo rendimiento de las personas y el óptimo desarrollo del negocio. Tal vez partir la jornada con dos horas para la comida en un trabajo de servicios donde el trabajador actúa a su ritmo y de forma autónoma no sea una respuesta racional. Pero tampoco lo es tener abierto un establecimiento todo el día cuando sus clientes lo utilizan de 19 a 22. Puedes ver ejemplos de racionalización y flexibilidad horaria con sólo pasear por una ciudad del norte de Europa.

GESTIÓN POR RESULTADOS NO POR TIEMPO EMPLEADO. Una idea que ya manejamos desde hace tiempo más como un deseo que como una posible realidad. La gestión por presentismo está muy arraigada en las culturas organizacionales algo que colisiona precisamente con una necesidad actual de rapidez en la respuesta, innovación y ajuste al entorno inmediato. Todas las aportaciones de las metodologías ágiles nos hablan precisamente de las enormes posibilidades que tiene la reorganización eficiente del trabajo.

Ideas en torno a las personas

PRIORIDADES DE LA VIDA. No sólo cambian las prioridades a lo largo de la vida, también, están cambiando socialmente y de forma muy marcada generacionalmente. En los momentos de crianza de tus hijos las necesidades horarias son diferentes de cuando ya estás pensando en la jubilación. Atender a las prioridades es atender a la diversidad. Muchas empresas generan paquetes de beneficios que tratan de lucir en su Employer Branding que son interesantes para un tramo de edad, pero no para otros tramos. De nuevo las soluciones únicas no motivan ni fomentan el compromiso con la empresa.  

EVOLUCIÓN SOCIAL. Hay un pensamiento creciente en torno al carpe diem, a vivir el momento y centrarte en el aquí y ahora, algo que está muy bien para reducir la enorme ansiedad que en estos momentos de incertidumbre e inseguridad padecemos pero no sólo puede ser esta la motivación de la vida. Mirar a futuro es esencial para proyectarnos y movilizar nuestra voluntad y acción.

LA PERSONA. Y no el trabajador, el foco en la persona que somos con nuestras áreas vitales, nuestras necesidades en los diferentes sistemas en los que desempeñamos, por ejemplo, el rol de madre, hija, amiga, directora, compañera. Hoy en día, intentar separar en áreas estancas el trabajo de la vida sólo está accesible a determinado tipo de trabajadores.

Ideas en torno a las relaciones

LA ACTIVIDAD PROFESIONAL ES SALUDABLE. Se ha demostrado que la recuperación psicológica es más rápida con la vuelta a una rutina laboral, eso sí “saludable”.

RELACIONES SOCIALES. El apoyo social es uno de los elementos más valorados del trabajo y que más se echaba de menos en el teletrabajo obligado. Las relaciones sociales que se mantienen en el trabajo son una fuente de bienestar psicológico o malestar cuando son nocivas, de gran peso en la experiencia del empleado.

LA DIFERENCIA GENERACIONAL. No sólo la generación marca una diferencia en el manejo digital, la marca también en las prioridades y filosofía de vida. No motiva lo mismo a los Millenials que a los Baby Boomers. Los mayores, por ejemplo, suelen estar interesados en otro tipo de tareas más vinculadas a legados, como el mentoring y en asumir una reducción progresiva de la jornada. Cuando en un entorno organizacional conviven hasta cinco generaciones con intereses en torno al trabajo diferentes, la generación tiene que ser considerada como un factor de diversidad a la hora del establecimiento de horarios y tiempos de trabajo.

Ideas en torno al liderazgo

LIDERAZGO ENFOCADO EN LA MISIÓN Y VISIÓN. En una realidad VUCA donde podríamos añadir la “I” de inseguro tan difícil como la que estamos viviendo, la necesidad de sentido y finalidad de lo que hacemos adquiere un valor mayor aún de lo habitual. Cuando el trabajo tiene sentido se convierte en una fuente de motivación y bienestar y crear esa misión es un trabajo del liderazgo organizacional.

DIRECCIÓN DE PERSONAS MADURAS y AUTÓNOMAS. Cada vez las personas tienen más acceso a información, tratan de ser más independientes y de anteponer su desarrollo participando de forma autónoma en el trabajo. Sabemos precisamente que esta autonomía en el trabajo es una fuente de bienestar psicológico. Dirigir a este tipo de personas también requiere un tipo de dirección diferente mucho más participativa y co-creadora.

Tanto la misión y la visión como la autonomía de las personas están vinculados con el compromiso y con la eficiencia de la organización.

Como conclusión

REPENSAR LA RELACION CON EL TRABAJO. La última idea que tal vez debería ser la primera. Lo queramos o no nuestra realidad incluye diferentes áreas de la vida y, ojalá, incluya el trabajo porque este es una fuente de autonomía y bienestar cuando es saludable. La realidad que se nos presenta en la serie Separación (Severance) de Apple TV en la que hay una disociación absoluta entre la vida profesional y personal (los protagonistas se someten a una operación quirúrgica para ello) no se corresponde con la realidad general salvo en determinados sectores que pueden desentenderse por completo de la misión de su trabajo. En un mundo donde sólo existe la vida profesional no haría falta pensar en lo que el trabajo implica en nuestras vidas. Para la mayoría de los trabajadores, el trabajo es parte sustancial y nuclear de nuestra vida, gracias a la compensación por nuestro trabajo tenemos determinados niveles de calidad de vida. Ahora bien, teniendo en cuenta la actualidad de la palabra sostenibilidad, deberíamos pensar también en cómo hacer sostenible nuestra relación entre la vida y el trabajo.

Aranda, I. (2019). Organizaciones emocionalmente responsables. GiuntiEOS.

EL CUIDADO PSICOLÓGICO EN EL RETORNO AL TRABAJO PRESENCIAL

Volver al trabajo presencial en este tiempo post-pandemia no es como volver de vacaciones. Nos hemos visto afectados por un tsunami emocional entre el miedo, la tristeza y la rabia, la falta de libertad, las normas contradictorias y las informaciones catastrofistas.

Ahora, es más importante que nunca cuidar nuestro bienestar psicológico para hacer frente a las nuevas demandas que el retorno nos pide.

Y, para ello, he elaborado una guía de recomendaciones que ha publicado el Colegio de la Psicología de Madrid que ofrece claves para cuidar nuestra mente, generar hábitos eficientes y conseguir un equilibrio psicológico sostenible.

Aquí tienes la infografía y la guía completa de Algunas claves para el cuidado psicológico en el retorno al trabajo presencial en: https://n9.cl/u4nbf

Sólo falta que lo pongas en práctica.

COMO AFECTA EL TELETRABAJO A LAS RELACIONES SOCIALES

Comparto en el blog un artículo que ha tenido una especial trascendencia. Originariamente ha sido un artículo publicado en Capital Humano, con quien colaboro frecuentemente, el 21 de enero de 2021 . La sorpresa ha surgido cuando se ha republicado en Prevención Integral el 18 de marzo de 2021 sin que tuviéramos ninguna información ni la editora ni yo misma y, lo que realmente es sorprendente, sin citarme como autora.

Estoy encantada de colaborar en la divulgación de la Psicología del Trabajo en cualquier medio que así lo quiera, así que a vuestra disposición .

Agradezco que el artículo haya despertado tanto interés y espero que su lectura te resulte interesante.

¿Cómo afecta el teletrabajo a las relaciones sociales?

El fenómeno del teletrabajo generado a consecuencia del confinamiento por la pandemia del COVID19 y el prolongado período de aislamiento social, ha marcado disruptivamente las dinámicas laborales y las dinámicas de relación social.

Como todo fenómeno social, el teletrabajo, tiene múltiples facetas, tanto en su composición como en las perspectivas de análisis e intervención, por lo que, debido a su actualidad e interés, es un tema que está generando continuos debates entre agentes sociales, empresas y trabajadores dado que afecta a la calidad de vida de millones de personas.

El teletrabajo no es sólo trabajar desde casa, es una modalidad laboral que requiere cambios en la forma en la que los trabajadores y jefes se relacionan con el trabajo y en la concepción misma del trabajo, el trabajador y la relación con la organización.

La Psicología del trabajo señala tres áreas para la gestión del teletrabajo:

  1. La preparación personal y el cuidado psicológico para trabajar.
  2. La organización del trabajo siguiendo criterios de eficiencia.
  3. El cuidado de las relaciones personales con equipo y familia.

Centrándonos en los cambios en la interacción laboral de las personas, requiere adaptar la asignación, coordinación y supervisión de tareas, liderazgo y relación de los equipos desde una concepción más evolucionada de la organización. La confianza en la autonomía, responsabilidad y capacidad del trabajador es una condición básica.

El impacto del teletrabajo en las personas

A nivel personal, el teletrabajo ha supuesto un reto excepcional. Nunca antes, de forma masiva y, en circunstancias de inseguridad, millones de personas se habían visto obligadas a asumir un cambio radical e inmediato en su comportamiento laboral.

El teletrabajo provocado por la pandemia nos ha confrontado con unos retos diferentes, además, en un tiempo de inseguridad. Por un lado, lo interpretamos como una medida que nos protege de forma preventiva y, por otro lado, nos hace ver constantemente la situación de peligro en la que vivimos. No es lo mismo adoptar el teletrabajo como medida de mejora de la calidad laboral que como medida de prevención de tu salud. La intensidad y valencia de las consecuencias en los dos diferentes casos pueden variar.

Teletrabajar es un cambio y, para las personas, todo lo que nos confronte con un cambio de nuestros hábitos normales nos supone una salida de nuestra habitualidad normal. Reaccionamos con inquietud, incomodidad por no saber lo que pasa, por cómo reaccionar y qué consecuencias va a tener. Se produce un desajuste en nuestra percepción del entorno, unas veces vivido con miedo a lo que es diferente, otras, con interés por lo nuevo pero, en cualquier caso, requiere un esfuerzo de cambio que trastoca durante algún tiempo a las personas tanto a nivel cognitivo provocando en mayor o menor medida una desorientación espacio-temporal, una distorsión de la percepción del tiempo; dificultades para concentrarse; dificultades para focalizar la atención; como a nivel de conducta: los hábitos antiguos ya no valen y no se sabe cómo actuar, el número de errores al realizar una tarea es mayor y, a nivel emocional, el miedo a no saber responder y estar a la altura suele imperar, provocando, incluso cuestionamientos sobre la propia valía, la autoestima y la seguridad en uno mismo.

Superada esa fase de inquietud entramos en la de miedo. Nuestro discurso interno se focaliza en cuestionarnos si seremos capaces de afrontar las nuevas circunstancias: “¿voy a ser capaz?”; “no me manejo”; “no me funciona nada”; “no sé cómo va esta aplicación”. Prima el pensamiento emocional dicotómico, todo es blanco o negro, bueno o malo, dudamos de nuestros mismos. Para algunas personas es una fase con fuertes consecuencias ya que la intensidad emocional unida a la percepción de no “auto-eficacia” puede llevarles a un creciente desánimo y a una incapacidad real de hacerse con las exigencias que el cambio a teletrabajar requiere.

Zona de reto, vamos viendo que se puede, aceptamos el cambio. Muchos hemos aprendido a manejamos en el zoom como antes aprendimos a manejar un móvil. El Teams se ha convertido en un espacio virtual de interacción tanto para los trabajadores como para los escolares. El whatsup ha pasado a ser un medio ágil de contraste de información para la toma de decisiones. Por sólo citar unas herramientas.

El siguiente paso es una zona de evolución, de aprendizaje progresivo donde nos vemos capaces de manejarnos en el teletrabajo y nos manejamos con soltura.

El esfuerzo progresivo que han hecho los teletrabajadores ha supuesto un desgaste y un cansancio extra. No hablamos sólo del estrés tecnológico sino del esfuerzo mental que requiere pasar por estas fases del proceso de cambio de forma abrupta, acelerada y con la amenaza del contagio.

La fatiga tecnológica, además, hace referencia al esfuerzo continuado de trabajar en el medio digital, la atención y concentración que requiere, la frustración ante los fallos tecnológicos, la dificultad de manejarnos.

Junto a todos los efectos negativos señalados también podemos indicar grandes oportunidades para que los trabajadores puedan reajustar su forma de trabajar a unos estándares de calidad de vida más modernos y saludables. Hay más oportunidades de trabajar por “ráfagas”, es decir, por períodos de concentración, de ajustar los horarios a períodos de rendimiento y resultados en vez de regirlos por presencialidad. Las interrupciones pueden minimizarse y facilitar, con ello, la concentración en las tareas. Y, desde luego, como consecuencias positivas, la reducción del estrés por los tiempos de desplazamiento y la reducción del impacto medioambiental, algo que para muchas personas se ha convertido en una prioridad en sus vidas.

El teletrabajo a nivel individual ha originado
CambiosAislamientoInteracción digitalizadaFalta de interacción personalCambio de hábitos y rutinas laborales
Consecuencias negativasSentimiento de soledadEstrés por aislamientoEstrés por sobrecargaDesorientación por falta de referentes temporales y socialesDesconexión social por falta de interacciónFatiga por el sobreesfuerzo de la atención digitalFatiga tecnológicaComportamientos obsesivos Pérdida de ritmo y ruptura de hábitos de trabajoDepresión
OportunidadesConciliación vida personal y laboralMejor gestión del tiempoFoco en los resultadosReducción de tiempos de desplazamientoOptimización del ritmo de concentración

El impacto del teletrabajo en los equipos

El grupo social tiene un efecto modelador de nuestras conductas y, también, un efecto modulador de nuestras emociones y pensamientos. Con el teletrabajo se pierde este impacto directo y es necesario crear nuevas pautas que compensen la ausencia de interacción directa. Mucho van a tener que hacer los líderes de equipo en ese sentido.

Es evidente que el teletrabajo cambia la frecuencia de las interacciones sociales y el modo en que se realizan. En presencia, la comunicación es diferente, hay un alto componente implícito transmitido por la gestualidad, el movimiento, la proximidad que se refleja en un lenguaje más genérico, con más supuestos, más ambiguo y abstracto. Por hacer un símil, en la radio suelen comentar que la ironía no se entiende. En la comunicación on line ocurre un fenómeno similar, lo supuesto no se capta o, al menos, no con la misma facilidad y rapidez que en la comunicación presencial.

El teletrabajo supone, un cambio en la forma de comunicarnos formalmente. Al cambiar al medio digital, esa comunicación implícita se desvanece, primero por la potencia del medio, nuestra atención se dirige a los estímulos visuales y auditivos principalmente. Estamos pendiente de la pantalla, de la conexión, del micrófono, de cómo salimos en la imagen, del chat, …, demasiados elementos simultáneos como para poder concentrarnos, además, en el contenido de lo que se dice. Por ello, la forma de comunicarnos tiene que ser otra, mucho más explícita, focalizada y detallada.

La estrella de la interacción social, son las reuniones, espacios donde, además del foco en la tarea que la origina, hay contactos sociales más o menos breves, en los que se produce una socialización organizacional. Unos de otros nos modelamos y modulamos, aprendemos qué es lo correcto en esta cultura y que no lo es. Atuendo, modos, saludos, lenguaje va configurándose en estos encuentros haciendo que los trabajadores se vayan alineando y enganchando a esa cultura. Al pasar al medio digital, las reuniones han perdido gran parte de su poder socializador tradicional a la vez que han generado nuevas pautas culturales. Ahora, trabajadores que podían haber tenido unas relaciones sociales muy discretas en el entorno laboral han mostrado en la pantalla la intimidad de su hogar, su estilo de vida, su familia. Muchas de las barreras que separaban nuestras área vitales laboral-familiar, se han diluido y, muchas de las barreras entre público y privado, también. Como resultado, las reuniones on line en las que las cámaras muestran nuestro hogar, nuestro aspecto es más distendido y con un atuendo confortable, han facilitado un efecto “humanizador”, todos, sin importar jerarquía, compartimos pantalla, fondos hogareños, interrupciones familiares, etc. De una forma sutil, las reuniones on line focalizan la atención en las personas, su presencia, su participación. Justo reforzando una tendencia evolutiva de las organizaciones, poner el foco en el valor diferencial y proactivo que la persona aporta a la organización.

En cuanto a las interacciones informales que habitualmente se dan en el espacio laboral también se dan cambios importantes con el teletrabajo. En las oficinas, estamos acostumbrados a interrupciones, pequeñas interacciones ocasionales para saludarnos o comunicarnos algo breve, tiempo del café, pasillos, etc. Son momentos de intenso contacto social en los que el sentido de pertenencia, el compañerismo y el alineamiento con la organización se potencian. Al desaparecer drásticamente en el teletrabajo este “contacto humano” dejan un vacío para algunas personas insalvable con las reuniones on line. Podríamos entender que es el aspecto de las relaciones sociales más dañado en el teletrabajo, de ahí, que requiera medidas paliativas para minimizar sus efectos. En algunos equipos se ha formalizado una pequeña reunión semanal para hablar de cómo les ha ido la semana, de cómo se encuentran. Son reuniones sociales sin objetivo de trabajo. Ambientándolo incluso con un café cada uno que simbólicamente comparten. En otras, un whatsup del equipo para hablar y compartir. Son ejemplo de cómo paliar la falta de interacción informal tan necesaria para la integración y compromiso de los trabajadores.

El teletrabajo a nivel individual ha originado
CambiosAusencia física de las instalaciones que impide la interacción social presencial. Falta de contacto físico con compañeros. Comunicación digitalizada. Constante conexión.
Consecuencias negativasDesconexión grupal. Riesgos psicosociales por teletrabajo.
OportunidadesMejor gestión del tiempo grupal (límites de las reuniones). Optimizar los tiempos personales vs tiempos grupales. Generar interacciones en remoto que, paradójicamente, pueden reforzar la sensación de pertenencia. Humanización de las relaciones poniendo más foco en la participación proactiva de cada persona.  

El valor social del trabajo es evidente. En el espacio laboral las personas vamos satisfaciendo esa Pirámide de necesidades de Maslow que nos da sentido y bien sea  presencial o a distancia, la organización necesita velar por crear ese espacio social en el que sus trabajadores puedan encontrarse con sus colegas, compartir y colaborar para asegurarse el cumplimiento de los objetivos y el bienestar de los trabajadores.

Aranda, I. (2020) Organizaciones emocionalmente responsables. GiuntiEOS.

DIA DEL TRABAJO

Los días internacionales sirven para tomar consciencia y poner foco en los temas. El día del #trabajo, es especialmente relevante en el contexto del #COVID19 donde el teletrabajo o el trabajo hibrido se han convertido en nuestra realidad.

Reflexionar sobre la #Psicologíadeltrabajo en estos momentos donde el #bienestarpsicológico se ha convertido en una prioridad para las empresas y los trabajadores es un gran tema de gran interés. En este video puedes oír una conversación realmente interesante con dos #psicologos excepcionales Francisco Javier Cantera Herrero y Yolanda García reflexionando sobre las necesidades, inquietudes y proyección de la #Psicologíadeltrabajo

Y de paso conocer las propuestas de las candidaturas a las elecciones al COPMadrid en materia de #psicologíadeltrabajo #PsicologíaMadrid_avanzamos

10 claves para que el trabajo no te agote psicológicamente

Teletrabajar no es conectarse al ordenador desde casa. Es otra forma de interpretar el trabajo que no es nueva, en algunas profesiones que ya hacen parte de su trabajo en casa, por ejemplo, periodistas o profesores o personas que elaboran algún tipo de producto en casa.

Tampoco es smart-working que significa trabajar desde dónde sea y cuando el trabajador quiera. Algo que realmente sólo algunos profesionales pueden poner en práctica.

El teletrabajo requiere una madurez de las organizaciones, de sus líderes y de los colaboradores que conlleva un cambio de paradigma de las creencias en torno al presentismo, al puesto de trabajo, el rendimiento, la autonomía, la responsabilidad, el mérito y la dirección de personas.

Supone rediseñar procesos de trabajo, establecer métricas basadas en el rendimiento y no en el presentismo y ahora en el onlineismo y desarrollar protocolos adaptados a las necesidades tanto tecnológicas como de liderazgo que requiere la coordinación de equipos en remoto.

Para el colaborador implica, además, establecer pautas de organización y auto-cuidado concretos ya que el aislamiento y la pérdida de referentes espaciales, temporales y relacionales provoca una serie de efectos vinculados con el agotamiento, la apatía, la desorientación y la desconexión de la organización, que pueden redundar en un stress por teletrabajo.

Estas son 10 recomendaciones a tener en cuenta a la hora de organizar el teletrabajo para evitar esos efectos psicológicos negativos y cuidar tu salud psicológica.

1. Prepárate en “modo trabajo”

Lo habitual es tener asociado trabajar con ejercer un rol determinado en unas condiciones específicas. Para ir a trabajar hemos adoptado unas rutinas diarias y semanales tanto de aseo, ropa que utilizamos y disposición actitudinal que adoptamos. Al trabajar solos en casa podemos entrar en una rutina de descuido de nuestros rituales de autocuidado, de aspecto y vestuario que no nos ayuda a entrar en programarnos para trabajar. Necesitamos establecer hábitos de cuidado personal y adoptar un aspecto profesional ante el ordenador que nos permita estar en “modo trabajo”, atentos y concentrados. Además, puede que nos conectemos en remoto y la pantalla ponga en evidencia nuestro descuido. Hay que establecer rutinas diarias y semanales, estableciendo diferencia entre los días de trabajo y los días de descanso si no vivimos el tiempo en plano, sin diferencia, ni cualidad y llegaremos a sentirnos desorientados temporalmente lo que además fomentará el que nos sintamos desanimados.

2. Créate tu espacio de trabajo

No tienes asociada tu casa a trabajar sino al descanso y la vida familiar. No tienes referentes espaciales, ni temporales ni de relación y los necesitas para que tu mente esté tranquila y asocie el sitio a trabajar, te falta la máquina del café o los encuentros en el ascensor o una mesa concreta para trabajar. Para que tu mente se sitúe con facilidad ante el trabajo tienes que rodearte de estímulos concretos que asocies con trabajar. Para ello prepara un espacio específico para ello, una mesa, una habitación, un rincón. Cuidando la ergonomía de la silla, la altura de la mesa, la luz, el reposapiés y, también, las normas de prevención de riesgos laborales en el hogar, especialmente, atendiendo a los cables de la luz y los objetos móviles. Para ambientar, puedes añadir objetos simbólicos que te ayuden a sentirte en positivo y relajar la mente, imágenes con perspectiva que produzcan sensación de lejanía para descansar la vista y ampliar el foco; elementos con colores estimulantes y formas geométricas que te permitan al mirarlos recuperar la atención; música que te ayude a la concentración. Este entorno concreto pronto se convertirá en el espacio asociado a la concentración y te programarás inconscientemente para trabajar.

3. Organiza tus áreas de vida

Teletrabajar no consiste en sentarse durante horas delante del ordenador o la máquina con la que produzcas desde casa. El teletrabajo gira en torno al rendimiento no al tiempo dedicado. El criterio tradicional está basado en indicadores temporales y procede del siglo XVI cuando Felipe II estableció con un Edicto Real la distribución del tiempo en 8×3 horas: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 para temas personales. Es una organización adecuada para el trabajo manual que tal vez no sea el más adecuado para el trabajo de servicios basados en trabajo cognitivo. Hoy en día las personas valoramos mucho el equilibrio entre nuestra áreas vitales como fuente de salud y ello implica asumir roles, prioridades y circunstancias personales y familiares que hay que integrar en nuestra jornada tal vez en otras proporciones.

Un criterio diferente, acorde con la filosofía del teletrabajo y más sostenible es el criterio de actividad de las “4D” propuesto por José Luis Casero, presidente de AROHE, organización para la racionalización de horarios. Así, tomaríamos decisiones sobre cómo  distribuir nuestra actividad entre: Descanso: específicamente el sueño; Dedicación: realizando actividades concretas de trabajo; Disponibilidad: posibilidad de contactar, por ejemplo, para reuniones y Desenganche: totalmente desconectado del trabajo.  Esta distribución permitiría adaptar con más ajuste los porcentajes a las necesidades del trabajo y de la vida personal.

Este tipo de distribución también puede dar lugar a un 6×4 a la hora de repartir el tiempo.

Sea cual sea el modelo que adoptes, que se integre lo mejor posible en tus circunstancias vitales, si hay un equilibrio es más probable mantenerlo y generará un sentido de congruencia personal y más satisfacción.

4. Establece tus prioridades para el día

En el teletrabajo la organización de las tareas es uno de los pilares fundamentales. Al cambiar el criterio de decisión de tiempo a resultado, es necesario discriminar qué actividades son las que hay que hacer para conseguir esos resultados y cuáles se pueden quedar sin hacer.

Cada día anota la lista de cosas que sí o sí tienes que hacer, que no se pueden quedar sin hacer ese día para conseguir los objetivos, esas son las prioridades. A ellas tienes que dedicar tu energía en primer lugar y, después, irás haciendo las tareas secundarias e incluso terciarias. Siempre habrá tareas que no se podrán hacer y que incluso perderán su sentido por lo que ya no habrá que hacerlas.

Para establecer esas prioridades, hay que secuenciar las actividades, lo primero es fijar metas a largo plazo, éstas las establece la empresa o tú si eres y objetivos semanales, éstos son los que hay que consensuar en equipo. Después analiza lo que es urgente e importante para conseguir esos objetivos semanales y decide cuáles son las prioridades de cada día alineadas con el equipo. Con ello tienes claro una hoja de ruta y un sentido de para qué haces lo que haces lo cual es en sí mismo una fuente de auto-motivación muy necesaria cuando estás sólo.

Esta forma de organizar la actividad tiene múltiples ventajas: evitas la improvisación, te ayuda a vencer la indecisión, tomas decisiones eficientes y eliminas la procastinación debida al perfeccionismo (dejas de hacer las cosas o te dedicas a ellas en exceso por miedo a cometer errores), la indecisión (fruto de confundir las tareas prioritarias con las secundarias) y las excusas (esperando que otro resuelva o esperando que te llegue la información, culpando a otros de lo que no haces).

5. Cierra tiempos

Las personas no rendimos de forma uniforme durante todo el tiempo. Nuestra atención, concentración y ejecución varían a modo de ráfagas, según nuestros biorritmos diarios y semanales. Una razón más para organizarnos por la cualidad de nuestra actividad y no por el tiempo dedicado.

Dependemos de un conjunto de ritmos cíclicos que explican nuestra diferencia de rendimiento según la hora del día y el día de la semana. Tienen que ver con nuestra biología, por ejemplo, el ritmo metabólico, la glucosa en sangre y nuestra interacción con el entorno, por ejemplo, la luz, la temperatura, las estaciones. Algunas personas se concentran con facilidad a primera hora de la mañana y otras lo hacen según va avanzando el día. La clave es la auto-observación y darnos cuenta de en qué horas nos es más fácil entender la información y tomar decisiones. Un análisis personal nos va a indicar en qué horas somos más eficientes, nos concentramos mejor y eso nos va a permitir tomar decisiones de cuándo hacer las tareas de alta concentración y cuando es más rentable realizar actividades de menor concentración.

No por estar más tiempo rendimos más. La ley de Yerkes-Dodson, descrita en 1908, muestra la relación entre nivel de activación y rendimiento en forma de U invertida. Pasado un determinado momento la concentración decae y dejamos de ser eficientes. Un argumento más en contra de la prolongación de las jornadas de trabajo. 

Nuestra percepción del tiempo es subjetiva, equívoca y difusa, de ahí que necesitemos regularlo externamente para tener la sensación de avance. No tenemos un órgano como la vista o el oído que nos indique el paso del tiempo. Nuestro cerebro lo percibe como imágenes aisladas según la valencia que le damos. Pasa deprisa en situaciones positivas y despacio en situaciones negativas. Este sentido del tiempo, nuestro” reloj interno” se modifica según nuestro estado interno. Por ejemplo, cuando tenemos fiebre corre el tiempo más rápido. Se regula en las mismas estructuras cerebrales; hipotálamo y glándula pineal que controlan el ciclo de sueño-vigilia.

La vivencia del tiempo es un fenómeno subjetivo y el ritmo es personal. Experimentamos los tiempos cortos mientras que inferimos los tiempos largos. Esta es la razón por la que se nos pueden hacer eternas las semanas o por el contrario no darnos cuenta de que ya han pasado semanas. Gestionar el tiempo interior es necesario para sentirnos bien por lo que tenemos que establecer marcadores externos que nos ayuden a regular nuestra percepción del tiempo porque si no caemos en una sensación de pérdida de anclajes temporales que puede llegar a asociarse con síntomas depresivos. Cuando el tiempo interno es muy diferente del externo se incrementa el estrés y las reacciones emocionales.

Por todo ello hay que establecer rutinas semanales y diarias para darnos referentes temporales externos que nos permitan ubicarnos con cierta objetividad en el tiempo. Además, cada día hay que fijar un tiempo concreto a nuestras actividades prioritarias y secundarias con el modelo que elijamos 4D u 8×3.

Por último, marcarnos límites temporales que nos estimulen para concentrarnos y actuar.  Mejor decirnos “antes de las dos termino esta tarea” y atenernos lo máximo a esa hora que “a lo largo de la mañana acabo esta tarea”. La primera forma de darnos auto-instrucciones facilita que nos programemos para ser más eficientes y nos genera la  sensación de controlar el tiempo, algo muy necesario para nuestra satisfacción con el trabajo.

6. Negocia con los tuyos

No trates de imponer o informar de lo tuyo como la prioridad a la familia sino que negocia con ellos los tiempos y el silencio en los que necesitas que se respete tu concentración. A cambio ofrece claramente tiempos en los que estarás disponible para ellos. Las soluciones que funcionan tienen que ser válidas para el sistema familiar. Sólo los acuerdos satisfactorios para todos se pueden mantener. Esta es una buena oportunidad para poner en práctica las conductas de pedir y dar que son básicas en las relaciones humanas. Además de los resultados deseados, la negociación nos ayuda a establecer lazos de intercambio saludables con los nuestros que nos reforzarán el sentido de pertenencia grupal, algo que necesitamos y que puede verse disminuido con el teletrabajo.

7. Gestiona tu autoexigencia

Una de las barreras personales más fuertes para un teletrabajo eficiente es lo que los psicólogos denominamos “el crítico interno”. Ese crítico no es más que el discurso que mantienes contigo mismo que cuando es crítico, te habla desde la exigencia: “deberías”, “tienes que” y te lleva al perfeccionismo exagerado y la necesidad de control. Escuchando al crítico interno descalificarte porque “tardas demasiado”, “no llegas”, “no tengo tiempo”, “no me da la vida”, “es que…”, “es que…”, adoptas una posición de victimismo que no te permite afrontar con eficiencia tu actividad.

Puede que tengas que hacer una revisión de tus creencias sobre ti mismo, de tu forma de hablarte y tratarte y ver si lo haces en positivo o en negativo y, además, adquirir las pautas anteriores que te van a permitir establecer límites y gestionarte eficientemente, flexibilizando tu mente y tu conducta porque ya no te dices: “tienes que”, sino” lo que toca ahora es esto”. De esta forma pasas el foco de ti y tu capacidad a tu actividad, lo que redunda de nuevo en el rendimiento eficiente.

8. Auto-cuidado psicológico

Ya hemos visto la necesidad de establecer ritmos, tramos horarios y diferenciar lo que hacemos por su valor en nuestros objetivos, esto está bien, son rutinas externas. Si hemos establecido esas pautas llegamos aquí en un escenario que ya previene y elimina muchos de los inconvenientes del teletrabajo.

Ahora es el momento de establecer rutinas de auto-cuidado físico y psicológico que cuiden  la “maquinaria” con la que trabajamos.

Conviene establecer momentos para descansar la vista, para estimular la atención y focalizar la concentración. La atención de nuestro cerebro decae en torno a los veinte minutos de concentración en una tarea y se desconecta unos segundos en torno a los 55-60 minutos. Esto nos hace ver la necesidad de aprovechar nuestra propia tendencia a la desconexión para relajar la vista mirando una imagen, a ser posible con perspectiva, una ventana, o incluso un objeto hermoso. Reactivar nuestra concentración es más fácil con música adecuada para ello o repasando el contorno y los detalles de algún objeto. Ejercicios de relajación, de respiración consciente, estiramientos son todos apropiados para renovar la energía y mejorar nuestro rendimiento cada hora.

Tenemos que revisar ahora nuestro discurso interno ¿Cómo nos hablamos? ¡Qué pesadez!, ¡Esto no termina nunca! No se rinde igual cuando el estado anímico es de apatía, desmotivación, impotencia, sensaciones de falta de control y cuando convives con emociones negativas y sentimientos de incertidumbre e indefensión. Además, con el teletrabajo es más fácil que surja el aburrimiento por falta de estimulación variada, tensión acumulada, pensamientos y sentimientos negativos.

Por el contrario, expresiones de ánimo como: ¡vamos! ¡ya queda poco! ¡venga! son auto-instrucciones totalmente diferentes que suscitan un estado positivo que es precisamente lo que necesitamos para afrontar con tranquilidad el trabajo.

Además, es necesario que diariamente nos revisemos cómo hemos estado ante el trabajo. La autoconsciencia y el poner un nombre a como nos sentimos se han revelado como prácticas de gran ayuda para la regulación emocional. Un excelente ejercicio para fomentar positividad es anotar cada día 3 cosas positivas o 3 logros de esa jornada. Es un ejercicio de Psicología Positiva que nos hace tomar consciencia del avance de nuestro trabajo y relativizar los inconvenientes ya que si no corremos el riesgo de polarizarnos en la negatividad pensando que no salen las cosas, que todo va mal o que es imposible terminar el trabajo.

Establecer descansos, cuidar nuestros pensamientos, relativizar, dar diferente valor a lo que hacemos y flexibilizar nuestra exigencia nos va a ayudar a afrontar con más seguridad el teletrabajo.

9. Mantente comunicado

Uno de los riesgos psicológicos del teletrabajo es la pérdida de referentes relacionales, sentimos que nos falta algo esencial, el contacto con otras personas.

Teletrabajar no significa estar aislado, requiere precisamente una mayor coordinación para que las aportaciones individuales se alineen con los resultados perseguidos. Esto supone mantener conversaciones periódicas que garanticen la aportación de valor del teletrabajador a los procesos que la organización requiere.

Por ello, es necesario tener claro que los tiempos de comunicación con supervisores y equipo son parte de la propia gestión del trabajo. La falta de comunicación directa hace que nos desconectemos del equipo y que perdamos los referentes grupales que nos cohesionan y producen sinergia.

Conviene mantener tiempos para hablar de las tareas, tiempos para hablar de las relaciones y tiempos para hablar de cómo estamos afrontando el trabajo, de cómo nos sentimos y pensamos, no para desahogarnos sino para aprender de los compañeros estrategias que les funcionan y sentirnos parte de una comunidad. Un líder de equipo en remoto tiene que facilitar estos espacios pero también es cosa del teletrabajador solicitarlos y aprovecharlos.

Necesitamos mantenernos comunicados con el equipo y la organización para sentir que formamos parte del proyecto. El contacto diario es necesario. Actualmente las videoconferencias se han convertido en el vehículo perfecto para lograrlo, conexiones breves, focalizadas en un tema, con objetivos y agenda concretas y seguimiento de las acciones decididas. Idealmente una reunión de coordinación al día sería perfecta para sentirnos vinculados. Además, una reunión presencial cada cierto tiempo compensaría la falta de contacto personal.

10. Consigue retroinformación de tu actividad

Uno de los riesgos del teletrabajo es perder la perspectiva y no darnos cuenta del trabajo realizado, del avance hacia los objetivos. Necesitamos dotarnos de referentes que nos ayuden a programarnos para la eficiencia y los indicadores de avance son excelentes para ello.

Indicadores como el ok a la lista de actividades realizadas, simplemente dando el ok a nuestra lista de actividad diaria. Cualquier indicador de actividad: ratios, promedios, resultados, que nos aporte perspectiva sobre el avance en nuestro trabajo y que nos permita valorar lo que hacemos será un elemento de refuerzo de nuestra motivación.

Teletrabajar requiere hábitos concretos, algunos de ellos ya habituales en el trabajo presencial, lo que cambia es la orientación a resultados. Muchas son sus ventajas pero también son muchos los riesgos que hay que minimizar o eliminar para conseguir la eficiencia y la satisfacción del teletrabajador.

Isabel Aranda, Doctora en Psicología

Artículo publicado en ABC el 25/04/2020, en colaboración con AROHE

AGOTAMIENTO EMOCIONAL

A tiempo aún de apuntarte a un interesante debate sobre uno de los tópicos más actuales #fatigapandemica #bienestarpsicológico
https://lnkd.in/daxaawA con grandes ponentes Francisco Javier Cantera Herrero Macarena Gálvez Herrer Guillermo Tena Rogelio Iglesias Rodríguez Isabel Aranda, PhD

¿Por qué las personas somos capaces de venirnos arriba?

“Freud y Schopenhauer dijeron que lo mejor que podemos hacer en la vida es no sufrir, no ser miserables. Es falso. Si simplemente existes para eliminar la miseria, no haces suficiente para tu empresa, país o para ti mismo”. Así de contundente empezó  Seligman una de sus masterclass.

Si hay algo que ha puesto en boca de todos el COVID19 es que la ciencia existe y es capaz de mejorar nuestras vidas. Sin embargo, desconocemos en gran medida qué es una ciencia, cómo actúa para que sea tal y sobre qué trabaja. Pensamos que los científicos están en los laboratorios, con bata blanca y tubos de ensayo pero ese enfoque biomédico no es el único en el campo científico.

La Psicología es una ciencia que nada tiene que ver con la popular afirmación de “yo tengo mucha psicología” que te puede decir cualquier vecino.

Como cuerpo de conocimientos confirmados y en desarrollo y sometidos a una férrea ética profesional, nos ofrecen cada vez más explicaciones sobre nuestra naturaleza humana y social que nos pueden permitir aprender a mejorar la calidad de nuestra vida o no cuando no se utilizan o se utilizan indebidamente.

Se suele identificar Psicología con el tratamiento de trastornos, dificultades y enfermedades mentales. Es conocido que hablando de estrés, ansiedad, burnout, depresión, fobias, traumas, obsesiones, adiciones, etc., es al profesional de la Psicología al que hay que acudir como único profesional sanitario acreditado oficialmente para atender estos temas. Estos casos, en los que el objetivo es recuperar a una persona, reparar y mejorar su equilibrio, son los más conocidos y, es normal que se asocie Psicología con el malestar psicológico.

Sin embargo, en Psicología también se hace asesoramiento psicológico que permite a una persona resolver su día a día con más facilidad. Y, también, se trabaja para optimizar situaciones que ya son de buen funcionamiento y sobre las cuales se quiere ir a más. Imaginemos por un momento a un deportista que tiene buenos resultados pero que quiere optimizarlos y mejorar sus marcas. Ahí entra la Psicología deportiva con una larguísima tradición en trabajos y publicaciones científicas desde los años 10 del siglo XX. La Psicología de Alto Rendimiento tiene una larga tradición no sólo en contexto deportivo, sino escolar y la Psicología del Trabajo trabaja con equipos de alto rendimiento en las organizaciones. La Psicología Coaching trabaja justo en este enfoque de ir a más, de conseguir una optimización de resultados y una mayor nivel de excelencia de la persona.

Recuerdo que siendo una niña leía historias de héroes y heroínas y me preguntaba de dónde sacaban la fuerza para hacer aquellas heroicidades. Desde entonces mi interés por conocer lo que hace que las personas se sientan capaces, superen las limitaciones y adversidades, se planteen retos ambiciosos y quieran escribir su futuro me ha llevado a trabajar con Psicología Coaching y a estudiar diferentes teorías y enfoques que precisamente se centran en la fuerza de la persona y en cómo hacer que vaya a más. Sea en deporte, en ámbito escolar, en relaciones, en trabajo, en la construcción de uno mismo, la Psicología Humanista nos ofrece un marco inigualable, la Psicología del alto rendimiento, unos protocolos formidables y la Psicología Positiva unas explicaciones útiles y potentes.

¿Qué es la Psicología Positiva?

Una de las corrientes más recientes en la Psicología, es la de la Psicología Positiva. Su fundador, Martin Seligman, materializó una inquietud por conocer aquello que da fuerza y voluntad a las personas, ya presentada en los años 50 del siglo XX por la Psicología Humanista. Esto significó un cambio de enfoque en la Psicología poniendo el foco en la parte fuerte y positiva del ser humano y no en la disfunción mental.

Es curioso conocer cómo Seligman llegó a este enfoque. Él era un gran especialista en uno de los fenómenos más dolorosos de la psicología tanto humana como de los mamíferos superiores, “la indefensión aprendida”. Este fenómeno muestra la desesperanza, desolación y parálisis asociada ante una situación en la que ves que hagas lo que hagas no puedes cambiar lo que está ocurriendo. No consiste sólo en “tirar la toalla” sino en algo mucho más íntimo y con enormes consecuencias, pierdes la fuerza, incluso, para querer seguir viviendo. En un momento de su carrera Seligman se planteó que sí, que las personas nos veníamos abajo pero qué, también, nos veníamos arriba, justo la situación contraria, y se preguntó ¿qué hace que una persona afronte una situación difícil, se crezca y se venga arriba?

El desarrollo de la Psicología Positiva ofrece un marco conceptual y metodológico de sumo interés puesto que está orientada a mejorar la calidad de la vida psicológica de las personas. Es, el estudio científico del funcionamiento positivo de las personas (Seligman, 1992, p.96).

Como dice Seligman:

“La psicología no es una mera rama del sistema de salud pública, ni una simple extensión de la medicina, nuestra misión es mucho más amplia. Hemos olvidado nuestro objetivo primigenio, que es el hacer mejor la vida de todas las personas”

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud no como la ausencia de enfermedad, dificultad o discapacidad sino como “el completo estado de bienestar físico, psicológico y social”. Es este el terreno en el que la Psicología Positiva aporta enfoque, criterios y técnicas.

La Psicología Positiva como disciplina científica se centra en el estudio de las experiencias subjetivas positivas (la satisfacción, el optimismo, la tranquilidad, la inspiración, el flow, etc.), las fortalezas del carácter (curiosidad e interés, perseverancia, liderazgo, autorregulación…) y las organizaciones positivas (enfocadas en cómo, a nivel colectivo, se puede impulsar a las personas hacia la mejora). Pone el foco científico en identificar los pilares de la plenitud y realización de las personas y estudia la Felicidad, el Éxito y el Bienestar.

Por favor, no confundamos felicidad con la moda hedonista de estar feliz a todas horas y en el trabajo con una sonrisa de emoticono como si fueramos el Joker de Batman.

Como bien ha estudiado Seligman y otros colegas la felicidad tiene mucho más que ver con el sentido que le das a tu vida y el propósito que le otorgas.

“Es potenciar el funcionamiento óptimo del ser humano y tratar de descubrir y promover aquellos factores que permiten prosperar tanto a los individuos como a las sociedades” (Fredrickson y Csikszentmihalyi, 1999). 

Con este abordaje, se contrarresta la visión con la que mucha gente que desconoce el alcance de la Psicología la identifica como disciplina “únicamente” reparadora de situaciones de debilidad, incapacidad o patología psicológicas y sociales.

La Psicología Positiva se centra en el bienestar de las personas. Propone una visión constructivista, enfocada a las cualidades que como especie “sapiens” nos hacen ponernos metas, superar las dificultades e ir más allá, buscando hacerlo cada vez mejor.

Trabaja con aquello que nos hace fuertes y ha identificado varios conceptos que se hacen ya imprescindibles en la psicología: fortalezas, virtudes, bienestar y estados de Flow.

Estos conceptos nos van a ayudar a comprender de dónde sacamos la fuerza, el empoderamiento y la valentía para vivir cada día.

Las fortalezas se organizan en torno a las virtudes.

Puede conocer tus fortalezas en la página de la Universidad de Pensilvania http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/Default.aspx

  • Seligman, Martin E. P. (2005). La auténtica felicidad. Ediciones B.
  • Seligman, M. & Csikszentmihalyi, M. (2000). Positive Psychology: An introduction. American Psychologist, 55 (1), 5-14.        [ Links ]

San Valentin, ¿UN SOLO día PARA El amor?

Hoy se celebra el día de San Valentín, un día que pone el foco en el amor y en la pareja. Más allá de su significado comercial y del hecho de las modas globales, hoy es un día especial para pensar en nuestras relaciones de pareja, en la calidad de ellas, en lo que nos lleva a iniciarlas y a mantenerlas.

Un ligero análisis nos lleva a darnos cuenta de que la vida en pareja no necesariamente está vinculada al amor. El compromiso de un matrimonio ha sido a lo largo de la historia de la humanidad una forma de generar riqueza y garantizar la supervivencia a través de la crianza de los hijos.

Pero el amor poco tiene que ver con ese compromiso. En español la palabra amor hace referencia a una emoción que nos vincula con afecto o apego a otras personas. Solemos añadirle adjetivos para especificarlo como amor romántico, amor platónico, amor pasional. También hay un amor genérico a la vida o a una divinidad que se suele vincular con un amor espiritual. Y está el “amor propio” como expresión no de un afecto hacia ti mismo sino como una fuerza de voluntad que te impulsa a hacer determinadas cosas, muchas veces de autosuperación.

Esta emoción del amor está asociada a un conjunto de sentimientos como la confianza, el embeleso, la devoción que generan conductas específicas de aproximación, quieres estar con la persona amada. Tiene una enorme importancia en nuestra vida social y muchas de nuestras actividades giran en torno a la búsqueda del amor, a encontrar el amor ideal, al romanticismo de novela, parece que estuviéramos avocados a tener que encontrar una persona (y en muchos casos, una detrás de otra) a la que dedicarle nuestra atención y afecto.

Sentir amor no es sinónimo de estar enamorado y desde luego no hay un amor ideal o no hay una persona que personifique tu amor. Puedes sentir amor como una mezcla de sentimientos de aceptación, confianza, respeto, reconocimiento, ternura e incluso deseo, atracción sexual y pasión. Y puedes decidir amar o dejar de amar, eso sí, con cierto trabajo, por ejemplo, valorando a una persona, viéndola como el ser magnífico que es. Así lo hacían en Avatar cuando decían “te veo”.

La experiencia de sentir amor por otra persona es una mezcla de aceptación del otro tal como es, confianza, respeto, pasión y la experiencia de sentirte amado es una sensación de sentirte más fuerte, más válido y más importante para otra persona. Y claro que con frecuencia se confunde el amor con impulsos de atracción sexual pero no es lo mismo. Tampoco lo es el placer de la seducción, donde entran en juego otros factores psicológicos y, a veces, manipulativos.

Emociones, impulsos y pensamientos se gestionan en distintas partes de nuestro cerebro y, aunque finalmente haya una respuesta global, son fenómenos distintos.  

No todas las personas se enamoran de otras, no es una necesidad universal, ni tampoco todas las personas son capaces de sentir esta emoción. En este sentido, tendríamos que nombrar el creciente narcisismo, en gran parte provocado por el incremento del individualismo y el impacto de influencers y fotos de uno mismo en redes, que llevan, cada vez más, a que ese amor que podrías dirigir hacia otro ser humano lo dirijas hacia ti mismo.  

Ser capaz de amar es una de las características más valiosas del ser humano pero identificar el amor con “tu amor ideal”, “el amor de tu vida”, etc. puede arrastrarnos a una búsqueda infructuosa a lo largo de toda la vida en el que, por muchas personas que encontremos dignas de nuestro afecto, ninguna llegue a cumplir las exigencias de ese mito fantasioso que buscamos conseguir.

Puedes enamorarte de cualquiera pero cuando formas una pareja lo haces por similitud o por complementariedad. Es lo que se suele decir de “compartimos muchas cosas” o justo lo contrario “es mi media naranja”, pero aquí ya no entra sólo la emoción del amor, hay una evaluación de ventajas e inconvenientes donde el saldo te resulta favorable. Amar a otra persona no asegura que se pueda mantener una relación saludable con ella. Diferenciar nuestras emociones y tomar decisiones que mejoren nuestra calidad de vida debería ser parte esencial de la educación de los adolescentes.  

A raíz de la convivencia forzosa por la pandemia muchas personas se han planteado sus relaciones, la calidad de su vida, el afecto, vínculo y compromiso con su pareja. Muchas se han dado cuenta de lo importante y beneficioso que era su relación y otras justo lo contrario. De hecho, se han incrementado sobre un 30% las demandas de divorcios.

La pandemia no ha hecho más que incrementar una tendencia que venía siendo cada vez más creciente. Son muchas las personas que buscan asesoramiento psicológico para comprender y mejorar su capacidad de amar y ser amado, de superar mandatos y creencias, de dar y recibir, de pedir y ofrecer, de darse permiso para experimentar el amor, porque

a amar también se aprende.

Enlace recomendado: http://www.elenadapra.com/index.php/diaenamorados21/