EMOCIONES Y COACHING

Decía Julio Olalla en la conferencia de la mesa redonda de la ECC Madrid 2011 de la ICF el sábado pasado, que “el coaching es impensable sin adentrarnos en el campo de las emociones”
Este adentrarnos en las emociones ha sido el gran reto de los coches cuando nos hemos lanzado a la práctica profesional.
Y este fue el inicio de mi investigación sobre el tema y el desarrollo de mi modelo de “emociones capacitantes”©. El grupo de trabajo en el que seguía formándome con coaches en prácticas nos encontramos con ese gran reto, ¿qué son las emociones?, ¿cómo me afectan en mis pensamientos, en mis decisiones, en mis sentimientos, en mi cuerpo?, ¿cómo identificarlas en el coachee?, ¿cómo facilitarle que entienda lo que significan para él?, ¿cómo reconocerlas en mí para no trasferirle mis propias emociones? Si uno de los grandes retos del coach es no transferir sus propios juicios y paradigmas, el más grande de todos posiblemente será no transferir las emociones.
Enormes preguntas difíciles de contestar porque somos hijos de una cultura racionalista, en la que se ha elegido la razón como criterio de medida de lo que vale y de lo que no vale, de lo que se acepta, y lo que no.
La afirmación de un gran gurú como Julio Olalla no hace más que recalcar lo que en el fondo siempre hemos sabido, que en la base de toda acción hay una emoción como indica precisamente su etimología “mover hacia”.
Las emociones son estrategias de respuesta. Estrategias poderosas que han demostrado su utilidad a lo largo de millones de años y que nos han traído hasta aquí.
Estamos viviendo un momento excepcional de toma de conciencia social, queremos saber más de nosotros mismos, de lo que nos mueve a hacer o nos paraliza, de lo que nos hace sufrir o nos llena de capacidad, nos empodera para conseguir lo que queramos, nos hace sentirnos “poderosas” como dice la gran Leila Navarro.
La sensibilidad que se percibe en los foros profesionales hacia las emociones es nueva, pujante, insistente. En asociaciones como esta de la ICF, congresos como el de Aedipe del año pasado, empresas, cursos de formación se habla de psicología positiva, de felicidad, de empoderamiento. Queremos saber, queremos aprovechar, queremos disfrutar de esa fuerza profunda y vital que nos moviliza o no.
Es sintomático en este cambio de paradigma que de la tan conocida cita de Einstein “No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”, pasemos a la pregunta de Julio Olalla ¿podemos cambiar nuestro comportamiento si seguimos habitando en el mismo espacio emocional de siempre?
Es el momento. Sabemos, podemos y queremos hacer de nuestras emociones una parte consciente de nosotros mismos. Modelos como el de “emociones capacitantes” nos permiten conseguirlo.

Pregunta de coaching ¿para qué no utilizar mis emociones para vivir la vida como yo quiero?

NARRATIVAS INCAPACITANTES

A veces entramos en una espiral de vértigo inducido por narrativas
incapacitantes. “El loro”, “el diablillo”, “mi parte oscura” hablan y hablan, y
hacen que todo parezca lo que ellos dicen: “no puedes”, “no te lo mereces”, “no
vales”, “¿a dónde vas?”. A veces es complicado salir sólo de esa deriva.

Tomar consciencia es el primer paso. Una vez que te oyes puedes plantearte
opciones, escuchar otra narrativa, buscar apoyo.

El segundo paso es aceptar que esas narrativas están ahí y no te hacen “malo”,
ni peor, simplemente es una forma de ver las cosas.

El tercer paso es buscar una perspectiva diferente, capacitante,  lo que te puedes decir para llegar a donde quieres y cómo quieres.

Eso es inteligencia emocional, la capacidad para relacionarnos con
nosotros mismo y con los demás. ¡¡Se puede desarrollar siempre!! Y el primer
paso es tomar consciencia de qué nos decimos, y qué “narrativas” nos contamos
sobre nosotros mismos, la vida y los demás.