Todos hemos vivido la adolescencia de una forma muy personal y diferente. No sólo por lo que nos pasó y cómo nos pasó, sino sobre todo por cómo interpretabamos aquello que nos estaba pasando.
¿Qué es la adolescencia?
Dentro de nuestro proceso evolutivo es la etapa vital en la que la persona se construye como tal. En ella se adquiere el sentido de uno mismo y de cómo afrontar la vida, priorizamos nuestros valores y orientamos nuestra vida.
Es una etapa en la que se produce la transición de la dependencia de la infancia a la autonomía e independencia de la vida adulta. El adolescente tiene que adquirir progresivamente compromisos, responsabilidades y la autonomía propia del adulto. Y en ese camino se encuentra habitualmente con situaciones sumamente complejas: superar las demandas escolares, elegir qué estudiar, relacionarse exitosamente con colegas y adultos, gestionar sus emociones, asumir sus cambios biológicos. Y además, con el mayor de los retos: la construcción de la propia identidad.
Puede ser una etapa más o menos difusa que se experimente con más o menos descontrol. La maduración fisiológica y todo el vaivén emocional que conlleva tiene mucho que ver en cómo se experimenta.
Emocionalmente es una etapa llena de incertidumbre y, con mucha frecuencia, llena de emociones negativas, miedo, ira, tristeza, asco, que imposibilitan una acción adecuada y limitan el bienestar del joven y, con frecuencia, marcan profundamente el desarrollo de su vida.
El sistema escolar pone el énfasis en los contenidos de carácter cognitivo y, en escasa medida, en los emocionales y en los contenidos de aprendizaje social que son precisamente los que van a permitirle su integración exitosa en la vida familiar, profesional y social.
Para que el adolescente se desarrolle de forma integral y tenga bienestar, tiene que contar con la posibilidad de un desarrollo equilibrado de sus aspectos emocionales, sociales y una construcción de sí mismo consciente.
El desarrollo de la inteligencia emocional es la clave para que se identifique como persona y como miembro de la sociedad.
¿Es un fenómeno universal?
Tiene un alto componente cultural. En las sociedades occidentales dura cada vez más.
El tiempo de preparación para afrontar las responsabilidades se prolonga cada vez más en las sociedades occidentales, en parte por el prolongado tiempo de formación y, en parte, por las dificultades de vivir de forma autónoma con la calidad que queremos. Hoy en día, se habla de una post-adolescencia que llega hasta más allá de los 23 años.
De la infancia a la adolescencia
Mientras que el niño logra su identidad mediante un proceso de identificación con los demás, haciendo suyos los valores e ideas de sus padres, los adolescentes, en cambio, se enfrentan ante el reto de definir sus propios valores, opiniones e intereses, gestionar sus relaciones y tomar decisiones, que en definitiva dimanan de su sentido del yo, es decir, de su propia identidad y no limitarse a repetir los de otros.
Han de «elegir» separándose o no de los paradigmas paternos. Han de descubrir lo que pueden hacer y confiar en sí mismos. Su necesidad de sentirse amados y respetados por lo que son, pasa en primer lugar por saber quiénes son.
¿Cuándo eres adolescente?
Eric Erikson habla de tres tramos con necesidades y retos diferentes que aunque están presentes de forma simultánea sí que adquieren un peso y protagonismo diferente en cada etapa:
- Adolescencia inicial (entre 10-14 años): biológicos
- Adolescencia intermedia (14-19 años): sociales
- Adolescencia tardía (19-21 años): personales
Marcia habla de que en el desarrollo de la identidad hay cuatro estados por los que atraviesa el adolescente en relación a la crisis de la identidad y la asunción de compromisos (Santrock, 2004):
- La crisis se define como un periodo de desarrollo de la identidad durante el cual el adolescente se debate entre diferentes alternativas significativas. El compromiso es un componente del desarrollo de la identidad en el que el adolescente realiza una inversión personal en lo que va a hacer.
- La difusión de la identidad se refiere a aquellos adolescentes que aun no han experimentado una crisis de identidad (es decir, todavía no han explorado diferentes alternativas significativas) ni han asumido ningún compromiso.
- La delegación de la identidad se refiere a aquellos adolescentes que han asumido un compromiso sin pasar previamente por la crisis de identidad. Esto suele ocurrir cuando los padres imponen o trasladan compromisos a sus hijos adolescentes, generalmente de una forma autoritaria. En estas circunstancias no se le da al adolescente la oportunidad de que explore con libertad distintos enfoques ideologías y vocaciones por sí mismo.
- La moratoria de la identidad se refiere a los adolescentes que están en plena crisis de identidad pero cuyo compromiso o está completamente ausente o sólo está vagamente definido.
La consecución de la identidad se refiere a aquellos adolescentes que han atravesado una crisis de identidad y han asumido un compromiso.
El período de la adolescencia intermedia sería el de mayor actividad exploratoria y en consecuencia, el que tendría mayor probabilidad de ser caracterizado como de “crisis de identidad”.
Por otro lado, los padres e iguales tienen un peso significativo en la construcción de la identidad, pero en diferentes dominios. La influencia de los iguales sería más intensa en temas del presente cotidiano tales como el área del tiempo libre y de las relaciones personales, mientras que la de los padres tendría más peso en las cuestiones de futuro (por ejemplo, lo escolar y ocupacional).
Tres tipos de retos:
1. BIOLOGICOS
Mucho podemos hablar de los cambios fisiológicos a los que se va a enfrentar un adolescente durante esta etapa de la pubertad que tienen que ver con:
- Maduración de los caracteres sexuales
- Modificaciones corporales correspondientes
- Descontrol emocional
- Desencaje entre pensamiento y emoción
señalamos como los más notables, los cambios de:
- voz
- sudor
- piel: granos
- altura
- peso
- genitales
- pelo
El reto no son los cambios sino «encontrarse uno mismo en ese cuerpo que cambia».
Para muchos supone un continuo «estar fuera de lugar», «no encontrarse», que les provoca una intensa incertidumbre y continuas preguntas sin respuesta, al menos positivas, «¿por qué a mí?»
Para otros será una forma de sentirse diferentes y, por lo tanto, más capaces de «ser mayores», «autónomos», «especiales». Puede confundirse la autonomía cada vez mayor en la capacidad para desenvolverse en el día a día con la capacidad de ser independientes.
Ya no son niños que siguen las instrucciones, valores y comportamientos de sus padres. Ahora pueden utilizar su nuevo cuerpo como recurso para situarse ante los demás. La curiosidad natural de esta etapa en la que necesitan descubrir el mundo por sus propios ojos, la caída de la moral heterónoma y, por lo tanto, la caída de los valores que nuestro entorno parental nos ha dado, la necesidad de aceptación social, de sentirnos integrados y no excluidos, puede llevar a algunos adolescentes a utilizar su cuerpo como medio para conseguir su lugar, especialmente cuando tienen modelos afines en el entorno. De ahí que en muchas ocasiones se llegue a las prácticas sexuales como fin en sí mismo. Y, a veces, en esta primera etapa de la adolescencia donde aún no tenemos definido ni quien somos ni qué queremos hacer con nuestra vida, utilizamos el cuerpo como medio de ser y estar en la vida. Estas prácticas pueden tener unas implicaciones de un gran alcance en nuestra vida futura, como en el caso de embarazos, enfermedades de transmisión sexual o la adquisición de prácticas continuadas o extremas.
A nivel neurofisiológico, las conexiones entre el córtex y el hipocampo tienen que fortalecerse, pero entretanto el hipocampo experimenta los vaivenes de las hormonas que genera el crecimiento y la madurez sexual provocando continuos altibajos emocionales, confusión continua sobre lo que sienten y un pensamiento polarizado, de todo o nada.
REFLEXIÓN GENERATIVA:
Sabemos que es un momento vital en el que progresamos positivamente cuando:
- podemos hablar de lo que sentimos
- oímos a otros contar experiencias similares
- nos sentimos escuchados, sin juicios
- contamos con algún adulto en el que confiar y al que preguntar
estos serán apoyos de excepcional valor que sobre todo se verá más tarde sus efectos cuando ese adolescente tenga que tomar decisiones de todo tipo.
2. SOCIALES
Las necesidades del adolescente son:
- Ser aceptado. Esta es una necesidad vital del ser humano, y en esta etapa en la que empezamos a tener consciencia de nosotros, esta necesidad es imperiosa. Somos capaces de hacer cualquier cosa para ser como los demás, estar aceptado y no ser excluido.
- Modelarse: saber a quién parecerse
Y muchas veces el joven se pone una máscara no sólo para parecerse a los demás, sino también se la pone para que no vean lo que le pasa.
Una especial atención requiere el fenómeno que siempre ha existido del acoso, pero que ahora, en una sociedad donde priman las libertades y derechos individuales adquiere un peso especial.
Otro aspecto importante es la diferencia entre el mundo off-line y el on-line. La comunicación es diferente, hay nuevas reglas. En el mundo on-line el anonimato parece que existe (aún cuando no sea cierto) y rompe reglas sociales que inhiben la exposición y compromiso social. El fenómeno de visibilidad social que en el mundo off-line es inmediato, tengo cara y nombre y, por lo tanto, tengo que ser cuidadoso con lo que digo y hago, desaparece en el mundo on-line. Puedo decir o hacer en apariencia «impunemente» cualquier cosa.
REFLEXIÓN GENERATIVA:
- Para que esta etapa tenga las condiciones propicias que faciliten su evolución, todos sus escenarios sociales: familia, escuela, centros de relación tendrían que ofrecer espacios de positividad, de capacidad, de confianza en sí mismos. Esto pasa porque los adultos sean conscientes de cómo se relacionan con los adolescentes y se hagan responsables de lo que les están aportando.
- La responsabilidad de la sociedad es generar contextos de crecimiento que permitan el mayor despliege del adolescente
- Entornos emocionales positivos donde el «tú eres valioso», «tú puedes», «tú te lo mereces» son los mensajes claves.
3. RETOS PERSONALES: LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD
Autodescubrimiento versus autoconstrucción
Nos fiamos de los juicios de los demás especialmente en esta etapa y también de los que vamos haciendo de lo que oímos a los demás sobre nosotros mismos. El adolescente tiene que descubrirse en sus capacidades. Se trata de abrir esa parte de la Ventana de Johary que no sabemos de nosotros mismos. El arte trae de nuestro inconsciente, nuestras capacidades ocultadas por falta de oportunidad hasta ese momento.
Construcción del sentido de uno mismo
Es una compleja tarea de construcción de la identidad que suele denominarse “crisis de la adolescencia” en la que surgen grandes dificultades especialmente cuando:
- Hay dificultades en el autoconocimiento que puede llevar a confusión de identidad.
- Hay dificultades en la identificación y expresión emocional.
- La autoestima del adolescente es baja.
- El apoyo social / familiar no facilita la confianza necesaria.
- Hay dificultades en el ámbito escolar.
El gran reto vital del adolescente es desarrollar una identidad propia.
Me identifico primero con lo que no soy que con lo que soy
Requiere construir una autoestima sólida que muchas veces los jóvenes especialmente los que tienen dificultades de autoimagen, autoestima y autovaloración, es decir, tienen una identidad baja o débil no tienen, bien por presiones ambientales del tipo nosotros no podemos, o bien por presiones sobre su capacidad, tú no puedes.
Su autoestima y respeto a sí mismo pasa en primer lugar por saber quién es.
Han de descubrir lo que pueden hacer y confiar en sí mismos.
Cuando la identidad no se construye positivamente se contra resta con mecanismos de defensa como el aislamiento, la conflictividad, la impulsividad, la intolerancia, el agrupamiento defensivo con iguales, todos ellos generadores de un alto estrés que, a su vez, dificulta el aprendizaje y ajuste escolar y social.
Las familias tienen que adaptarse y acompañar positivamente al adolescente en este proceso para unos resultados satisfactorios.
Desde hace tres años colaboro con la FUNDACIÓN APRENDER en el desarrollo de entornos emocionalmente capacitantes en el contexto educativo y dirijo un programa para adolescentes que con el nombre de DESARROLLO DE LA IDENTIDAD trabaja con la psicología orientada a resultados con métodos como el coaching.
Este programa pretende apoyar un desarrollo integral y positivo de esta etapa de la adolescencia, el momento clave de la vida de una persona en la que busca su autonomía, construye su identidad, se abre a la sociedad, elige relaciones y establece intimidad, en definitiva, una etapa compleja de cambios continuos tanto para el adolescente como para su familia.
La experiencia con adolescentes, profesores y padres me ha aportado un conocimiento muy concreto de los aspectos que son sustanciales en el desarrollo del adolescente.
Si con los adultos muchas veces hacemos un coaching reparativo, reestructurando paradigmas, cambiando creencias, resignificando experiencias, con los adolescentes el trabajo principal sería un coaching constructivo, no se repara sino que el foco está en la construcción de sí mismos, en que se den libertad para elegir sus creencias, libertad para no asumir los planteamientos de los colegas por conformidad social, libertad para decir NO ante situaciones cotidianas tanto en el mundo on como off line que atenten contra sus valores, libertad para decidir cuáles son sus valores y cuál es su propósito de vida. Es el momento donde empieza el autoliderazgo, la competencia de la inteligencia emocional que nos lleva a ser conscientes de nosotros mismos y tomar decisiones orientadas a ser quien queremos ser.
Y no pueden darse esta libertad cuando no confían en sí mismos, de ahí el papel sustancial de los sistemas a los que pertenecen y la responsabilidad que tienen en generar entornos emocionalmente positivos. Esto no significa estar siempre alegres y positivos, sino ser conscientes de las emociones y entender el significado que tiene para nosotros. Tener miedo no es malo en sí mismo, sino todo lo contrario, nos avisa de que no nos sentimos preparados para afrontar algo y si lo entendemos así podemos poner los medios para prepararnos.
En mi libro «Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación» planteo precisamente el significado de cada emoción y como utilizarlo para desarrollar nuestra inteligencia emocional intrapersonal y hacer que nuestra vida diaria sea más satisfactoria y exitosa.
Este es un extracto del testimonio de un alumno:
REFLEXIÓN GENERATIVA:
- «ACOMPAÑAR» Esta es un palabra importante porque significa estar ahí para él. No dirigir, no imponer, no determinar lo que está bien o mal, sino darle espacio para que él elija.
- Escuchar sin juicio, aceptando a la persona que es como legítima.
- Entenderle como persona que es de una forma global integrando sus facetas cognitivas, sociales y de edad madurativa.
- Ante todo la autonomía cognitiva, emocional y comportamental.
- Estimular que se construya a sí mismo como persona independiente, con una fuerte autoestima, lo que implica que desarrolle una idea positiva de sí mismo, sus posibilidades, y se acepte y valore como persona.
- Apoyar que despliegue todo su potencial, dando oportunidades para la reflexión y para la acción.
- Facilitar que lo ponga en práctica de forma positiva.
- En el fondo se trata de incrementar la inteligencia intrapersonal mejorando la relación consigo mismo y como resultado con los demás.
- Favorecer el desarrollo del adolescente con un abordaje alineado entre las demandas educativas y la familia.
- Tener muy presente que la familia es el sistema prioritario en el que el adolescente se mira reflejado.
- Valoran especialmente el disponer de un espacio confidencial y serio para expresar sus problemas; ser escuchados con respeto y aceptación por un adulto / profesional; verse con capacidad, más seguros y con confianza en sí mismos y haber aprendido cómo actuar satisfactoriamente en sus diferentes retos.
Este trabajo con la FUNDACIÓN APRENDER lo expusimos en un simposium en el 3rd INTERNATIONAL CONGRESS of EDUCATIONAL SCIENCES and DEVELOPMENT (junio 2015) y fue altamente valorado por el foco en el entorno emocionalmente responsable que la Fundación Aprender promovía y por el trabajo concretado en el DESARROLLO DE LA IDENTIDAD de los adolescentes.
Estos serán los aspectos que desarrollaré en una sesión especial de videoplaylist que cierra el ciclo de RETOS DE LA ADOLESCENCIA de LA CASA ENCENDIDA. Será el miércoles 25 a las 19 h. y contaré con la compañía del coro Milagros y la experiencia con la escritura creativa de Irene G. Punto.
Gracias a las coordinadoras del ciclo, Maite Rodríguez Estévez y Paloma Rosado por invitarme a participar de esta magnífica oportunidad de poner en valor la importancia de generar entornos positivos en la adolescencia.
Desarrollar la responsabilidad «habilidad para responder»
«No hagamos bonsais»